El canciller Jorge Faurie reiteró ayer que en Bolivia no hubo un golpe de Estado contra el Gobierno de Evo Morales sino que el país limítrofe atraviesa sólo una “crisis institucional”. “No hay elementos para definir como un golpe de Estado” lo sucedido en Bolivia el domingo, cuando el mandatario renunció al cargo presionado por el Ejército y la policía de su país.
Por su lado, y en esa sintonía, el embajador argentino en Bolivia, Normando Álvarez García, consideró que en Bolivia se asiste a “una interrupción del orden constitucional en base a una gran conmoción social” y juzgó que existen aspectos “similares” a lo que sucedió con el ex presidente radical, Fernando de la Rúa, en 2001 en la Argentina.
En ese marco, el representante argentino ante La Paz, al igual que el canciller, expresó su anhelo de que el proceso de búsqueda de una salida institucional a la situación en ese país “sea rápida y no muy complicada”.
En otro orden, el embajador afirmó que hasta ayer ningún integrante del Gobierno boliviano había pedido asilo político a la Argentina y que, hasta el momento, “no hay argentinos heridos”.
Por su lado, el gobernador jujeño, Gerardo Morales, sostuvo que la renuncia de Evo respondió “claramente a un golpe de Estado, que rechazamos”, y advirtió que “son corresponsables de la precaria situación institucional de ese país, Morales, la oposición y las Fuerzas Armadas”.
Ayer, el presidente electo, Alberto Fernández, celebró la decisión del Comité de la UCR, que preside Alfredo Cornejo, de calificar como “golpe de Estado” la renuncia de Evo: “cuidar la democracia en el continente implica un esfuerzo por calificarla”. (Télam)